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Este blog forma parte del proyecto Diario Intimo de una Ficción Verdadera. Se realiza dentro del marco de la materia Redacción Universitaria de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, división de Ciencias Sociales y Humanidades,Departamento de Humanidades bajo la dirección del maestro Sandro Cohen.

domingo, 29 de enero de 2012


Estas semanas en cuestiones escolares fueron muy parecidas a las del  trimestre anterior. 


Conocí a mis nuevos maestros, hice tarea, me reencontré con mis compañeros y como es costumbre en las horas libres me reuní con mis amigos para ir a la cafetería.

Todo parecía muy normal hasta el pasado viernes, el día era muy común. Saliendo de clases mis amigos me llamaron para ver si podía ir con ellos un rato a la famosísima “Frontera”, y como no tenia nada que hacer acepte ir con ellos, después de un rato de diversión decidí regresar a mi casa; pero no me imaginaba lo que iba a pasar en mi regreso.

Yo iba en el camión del Rosario cuando vi que tres hombres, que parecían estar drogados, se subieron sin pagar. Se sentaron en lugares diferentes, uno hasta adelante, uno en medio y uno hasta el final del camión, y sin darle mucha importancia busqué mi libro de    ”Redacción sin dolor” y comencé a leer. Faltando 20 minutos para llegar a mi casa interrumpí mi lectura al ver que  uno de los hombres se levanto, se acerco al conductor  y empezó a susurrarle,  vi que traía un arma, y en ese momento supe que planeaban un robo. 


Decidí  intentar bajarme del camión y tratando de disimular mis nervios fui directo a la puerta de atrás, toque el timbre, pero justo en el instante en que iba a bajarme, el hombre que estaba sentado en la parte de atrás me alcanzo,  me dijo fríamente  “hoy  es tu día de suerte y si tu lo decides solo perderás tu celular ”, esas palabras provocaron un escalofrío  intenso en todo mi cuerpo así que le hice caso y le entregue mi celular.


Aun faltaba por llegar a mi casa, y yo solo traía el dinero justo para una llamada, así que  corrí a un teléfono público a hablarle a mi mamá y ella fue por mi.

Al llegar a mi casa pensé en toda la inseguridad que hay hoy en día en la Ciudad de México, y en cómo solo yo fui una afortunada que pudo bajar de ese camión. Yo solo perdí un celular pero nunca sabré si los demás pasajeros sufrieron heridas  o tal vez ataques de nerviosos.

Sinceramente espero no volver a pasar por tal situación, ya que no sabré si para la próxima  tenga misma suerte de poder bajarme del camión.


  

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