Estas
semanas en cuestiones escolares fueron muy parecidas a las del trimestre anterior.
Conocí a mis nuevos maestros, hice tarea, me reencontré con mis compañeros y como es costumbre en las horas libres me reuní con mis amigos para ir a la cafetería.
Conocí a mis nuevos maestros, hice tarea, me reencontré con mis compañeros y como es costumbre en las horas libres me reuní con mis amigos para ir a la cafetería.
Todo
parecía muy normal hasta el pasado viernes, el día era muy común. Saliendo de
clases mis amigos me llamaron para ver si podía ir con ellos un rato a la famosísima
“Frontera”, y como no tenia nada que hacer acepte ir con ellos, después de un
rato de diversión decidí regresar a mi casa; pero no me imaginaba lo que iba a
pasar en mi regreso.
Yo
iba en el camión del Rosario cuando vi que tres hombres, que parecían estar
drogados, se subieron sin pagar. Se sentaron en lugares diferentes, uno hasta
adelante, uno en medio y uno hasta el final del camión, y sin darle mucha importancia
busqué mi libro de ”Redacción sin dolor”
y comencé a leer. Faltando 20 minutos para llegar a mi casa interrumpí mi
lectura al ver que uno de los hombres se
levanto, se acerco al conductor y empezó
a susurrarle, vi que traía un arma, y en ese momento supe que planeaban un
robo.
Decidí intentar bajarme del camión y tratando de disimular mis nervios fui directo a la puerta de atrás, toque el timbre, pero justo en el instante en que iba a bajarme, el hombre que estaba sentado en la parte de atrás me alcanzo, me dijo fríamente “hoy es tu día de suerte y si tu lo decides solo perderás tu celular ”, esas palabras provocaron un escalofrío intenso en todo mi cuerpo así que le hice caso y le entregue mi celular.
Aun faltaba por llegar a mi casa, y yo solo traía el dinero justo para una llamada, así que corrí a un teléfono público a hablarle a mi mamá y ella fue por mi.
Decidí intentar bajarme del camión y tratando de disimular mis nervios fui directo a la puerta de atrás, toque el timbre, pero justo en el instante en que iba a bajarme, el hombre que estaba sentado en la parte de atrás me alcanzo, me dijo fríamente “hoy es tu día de suerte y si tu lo decides solo perderás tu celular ”, esas palabras provocaron un escalofrío intenso en todo mi cuerpo así que le hice caso y le entregue mi celular.
Aun faltaba por llegar a mi casa, y yo solo traía el dinero justo para una llamada, así que corrí a un teléfono público a hablarle a mi mamá y ella fue por mi.
Al
llegar a mi casa pensé en toda la inseguridad que hay hoy en día en la Ciudad
de México, y en cómo solo yo fui una afortunada que pudo bajar de ese camión. Yo solo perdí un celular pero nunca sabré si los demás pasajeros sufrieron
heridas o tal vez ataques de nerviosos.
Sinceramente
espero no volver a pasar por tal situación, ya que no sabré si para la próxima tenga misma suerte de poder bajarme del
camión.
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